Francesç Lacasa.

Nunca he sido buen nadador, me gustaba nadar pero aprendí muy tarde, lo hacía con una cierta frecuencia por prescripción médica, pero tarde o temprano me acababa aburriendo “de la línea del suelo de la piscina” y me mantenía meses lejos de las piscinas. Mi trabajo es un poco estresante, consiste en dar servicios legales en situaciones empresariales complicadas, muchas horas de trabajo y mucha gente enfadada con todo. Me gusta lo que hago pero reconozco que debo de desconectar a menudo para no contaminarme.

Había soñado, digo bien, soñado, con nadar en el mar. Pero no chapoteando en verano hasta la boya sino nadar de verdad, deslizarme en las olas, nadar kilómetros, en libertad, en contacto absoluto con la naturaleza. Era para mi casi un sueño. El respecto de un mar con mucha ola, el miedo al peligro, la soledad de la inmensidad, el temor a un desfallecimiento, un calambre, las medusas y no sé cuántas cosas más, me impedía lanzarme, era como un sueño que se iba apagando conforme pasaban los años, y ya tengo unos cuantos.

Barcelona Swimmers

Pero hubo un día donde todo eso cambio, vi a un grupo de …, no sé cómo definirles ¿loc@s? nadando en la playa de Barcelona en pleno invierno con un frio que pelaba y ……si, se divertían, y se les veía disfrutar, y se lo estaban pasando a lo grande. Me acerque a ellos, pregunté y me di cuenta de que si, de que podía y debía intentarlo. No mucho más tarde ya estaba nadando en el mar con ellos, todos mis miedos se evaporaron de golpe. Ya el primer día, y a pesar de mis limitaciones, me lo pase en grande. A partir de ese momento supe lo que era disfrutar de verdad nadando y todo gracias al mar y a mis compañeros. De eso hace ya seis años y……. qué años.